La situación de inseguridad que vive el país ha propiciado que las bandas criminales no sólo se queden con camionetas o dinero robado, sino que obligan a dueños de casas a que les entreguen las escrituras de sus casas, ranchos y demás bienes, incluso ante un notario público.
Aunque es duro decirlo, esto es una realidad que ha provocado que muchas personas migren hacia zonas más seguras del país e incluso del extranjero. Sin embargo, existe una herramienta legal para poder protegerte del peligro y evitar una situación tan desastrosa.
Protege tus bienes |
Muchos delincuentes detectan a sus posibles víctimas mediante los registros públicos sobre la propiedad en las oficinas de gobierno. Si estás en esa lista, ¿cómo pasar desapercibido/a?
Para que tu nombre no aparezca en tales registros, simplemente haz que tus propiedades sean depositadas en un fideicomiso administrado por algún banco.
Cada banco ofrece diferentes productos, así que primero pregunta en varios de ellos, para que con base en tal información puedas decidirte por el que más te convenga.
De esta manera, en el Registro Público de la Propiedad, el inmueble aparecerá como que es del banco —no te asustes, el banco no se quedará con tu casa; sólo te brindará ese servicio—. Si tienes dudas al respecto, pregunta de manera clara y directa todo lo que deseas saber; recuerda que ellos están para servirte.
La clave que hace tan confiable a dichos fideicomisos es lo que nombran como el secreto fiduciario, el cual obliga a las instituciones bancarias a salvaguardar la información sobre la propiedad y sus dueños.
No sólo tu casa puede ser depositada en un fideicomiso, sino también las cuentas de banco, acciones, si es que cotizas en la bolsa de valores, negocios, inversiones y empresas. En el caso de automóviles, obras de arte y joyas, hay algunas limitaciones, por lo que debes preguntar a tu banco para ver qué opciones te da.
El banco se convierte en el propietario jurídico de los bienes, pero todo lo que realice la institución y cómo administre esos bienes, debe hacerse siempre a favor del dueño original.
Un fideicomiso puede ser irrevocable o revocable, es decir, que ya no se puede deshacer, en el primer caso, o bien, más tarde puede terminarse con la relación con el fiduciario, en caso de que el dueño original así lo considere.
Como nada es gratis y los bancos no son hermanitas de la caridad, el servicio del fideicomiso tiene un costo, el cual puede ser mensual, trimestral, anual, etc., de modo que es mejor preguntar bien en diferentes instituciones antes de tomar este servicio.
Además, hay diferentes modalidades de fideicomisos, pero ese ya es otro tema demasiado amplio que abordaremos en otra ocasión.
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